Larga vida al rey - vol. 1 (Spanish Edition) by IRENE MORALES GARCÍA

Larga vida al rey - vol. 1 (Spanish Edition) by IRENE MORALES GARCÍA

autor:IRENE MORALES GARCÍA [MORALES GARCÍA, IRENE]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2023-03-27T22:00:00+00:00


Rarra se encargó del resto desde el instante en que pusieron el primer pie en el castillo. Nize hubiera querido acompañar a sus guardias hasta las mazmorras para asegurarse de que Rako quedara encerrado bajo siete llaves, para velarlo hasta que despertara, para charlar con él a solas, pero de alguna manera había acabado siguiendo a Sasha hasta sus aposentos, bien lejos del revuelo militar del recibidor. No le había sorprendido a ninguno de los dos, ya que el cuerpo de Nize solía seguir al del caballero allá donde fuese si no recibía órdenes directas de su dueño.

Sasha lo había llevado allí porque muy pocos sirvientes tenían acceso al Ala de Caballeros y, llegado el caso, estos perderían un tiempo precioso buscándolo cinco pisos más arriba. Nize ni siquiera registró cuándo se desplomaron en la cama, mirando al techo grabado de lunas llenas y crecientes, lunas nuevas y menguantes.

Habían querido descansar, o al menos dejar la mente en blanco, pero Sasha continuaba tenso, a cada rato incorporándose sobre los codos para vigilar la puerta de entrada. Nize, a su vez, lo vigilaba a él.

El silencio se estiraba como miel al caer de la cuchara, cada segundo más y más fino.

Hasta que se acabó.

—¿Lo sabías?

Sasha tardó en despegar los ojos de la puerta para mirarlo, y aún más en contestar:

—No.

Y, sin embargo…

—¿Lo sabías? —insistió, notando la garganta seca.

Con un suspiro, Sasha volvió a tumbarse. Luego se giró hacia él de costado y Nize lo imitó, ambos ahora cara a cara sobre el colchón. Durante un segundo quiso que hablase y que no dijese nada a la vez, porque no quería… no quería dudar de él. No de Sasha.

—Era consciente —comenzó, con tono extrañamente firme— de que Rako tenía sentimientos muy fuertes por Sera, aunque no…

Abrió la boca para replicar, para preguntar, pero el caballero alzó un dedo en advertencia, así que Nize obedeció a regañadientes. Ah, dientes. Los apretó tan fuerte que podía notarse las encías temblando tras ellos.

—No te dije nada porque no creía que fuese a llegar a ningún puerto… y porque encontrarías la manera de hacerle sufrir por ello.

Hubo un pequeño silencio que Nize utilizó para digerir lo que acababa de escuchar.

De haberse tratado de cualquier otra persona, decir algo así no solo hubiera sido ofensivo, sino castigable; y el príncipe no habría siquiera pestañeado antes de hacérselo pagar personalmente. Pero se trataba de Sasha: la mentira no era capaz de tocar sus labios. Se conocían demasiado bien, demasiado profundo, como para que una verdad abierta y expuesta doliese.

Mentira. Dolía igual. Nunca estaba a la altura. Ni como príncipe, ni como hijo, ni como amigo. Ni como hermano.

—Y mira lo que ha provocado tu silencio —espetó al fin, cuidándose de empapar cada palabra con el veneno que le corroía por dentro y acodándose sobre la cama para mirarlo desde arriba—. Mi padre podría encerrarte por eso.

Sasha enseñó los dientes como un perro herido y se alzó también:

—¿¡Cómo iba a saber que Sera le correspondía!?

—¡No! Ella no… Sera nunca caería tan bajo.



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